Al principio, no fue fácil para ninguno de ellos comenzar con una nueva vida, sin privilegios ni lujos, pero pronto empezó a haber diferencias entre los miembros de la familia:
La Reina fue la primera en adaptarse. Se dio cuenta de que no podían estar dependiendo de la amabilidad de los vecinos y por ello debían a aprender a hacer ellos mismos las tareas de la casa. Su hijo Charles y su hija Anne también se adaptaron rápidamente; aceptaban que su vida en palacio era parte del pasado y que la única forma de salir adelante era adecuarse a esa nueva situación; incluso ambos llegaron a enamorarse de personas que no tenían nada que ver con la realeza.
A Diana le costó más acomodarse, pero finalmente logró aprender ciertas tareas y también se enamoró del hijo de una vecina. Pero el que peor llevó la situación fue Philip, el marido de la Reina: desde que llegó a su nueva casa dejó de comer y no salía de la cama. Su salud estaba empeorando, por ello tuvo que ser ingresado en un hospital.
Toda la Familia Real descubrió que los vecinos de su nuevo barrio, a pesar de ser gente inculta, ruda, sin clase ni refinamientos, eran muy buenas personas, ya que se ayudaban unos entre otros sin esperar nada a cambio. Gracias a ellos, la Reina y su familia aprendieron sobrevivir y a ser más afectivos.
Sobre Jack Barker hay que decir que sus ideas eran muy buenas: la Monarquía significaba riqueza para pocos y pobreza para muchos. Su objetivo era eliminar esa desigualdad expulsando a la Familia Real fuera de palacio y enviándolos a un barrio obrero. No quería diferencias entre clases sociales y su objetivo era que todos tuvieran las mismas oportunidades. Redujo los impuestos, el transporte público era más asequible, construyó hospitales… El problema vino cuando, para conseguir esas metas, tuvo que pedir ayuda económica a Japón: cuando Gran Bretaña no pudo devolverle todo el dinero prestado, la isla pasó a ser territorio japonés.
Finalmente todo se reduce a que fue un sueño de la Reina. Pero el libro nos deja con un mal sabor de boca: cuando la Reina despierta y ve que se encuentra en su habitación de palacio, hace sonar una campanilla para que sus sirvientes le traigan el desayuno; ¿a caso no aprendió nada del sueño?
No os riáis tanto...